Estrategia Internacional N° 9
Julio/Agosto  - 1998

LOS ACUERDOS DE PAZ DE IRLANDA DEL NORTE EN SU PRIMERA PRUEBA DE FUEGO

Mario Larrea

Desde principios de julio los protestantes de Irlanda del Norte vienen protagonizando violentos enfrentamientos con la policía en las calles de Belfast y de otras ciudades de esta provincia. Diez iglesias católicas fueron quemadas, a lo cual los católicos respondieron con la destrucción de cuatro templos protestantes. Los protestantes de línea dura se niegan a renunciar a su "derecho" de marchar y a aterrorizar a los residentes de los barrios católicos. Las marchas o desfiles de la Orden de Orange no son más que una demostración de fuerza y de supremacía de la mayoría protestante contra la minoría católica: son una provocación que desde siempre ha disparado la resistencia de ésta. Los trabajadores católicos alzaron barricadas y bloqueron resueltamente el paso a los unionistas.

Estos hechos ponen en cuestión el flamante "Acuerdo de Paz" de Irlanda del Norte, que pudo ser resucitado de las cenizas gracias al "thatcherista/laborista" de Tony Blair, la colaboración de la burguesía irlandesa del sur, y el auspicio de Clinton. Un sector protestante que se inclinó por la negociación y la traición del Sinn Feinn -el ala izquierda del nacionalismo republicano militante irlandés- a la lucha contra el domino imperialista británico en la provincia hicieron el resto.

El ataque incendiario bestial perpretado por un grupo de choque protestante o lealista que costó la vida de tres niños el 12 de julio pasado ha fortalecido momentáneamente los sentimientos pacifistas en ambos bandos. Al mismo tiempo, la RUC, la policía del Ulster ha impedido por primera vez el paso a las Logias unionistas. Blair busca así legitimar a este siniestro instrumento que históricamente persiguió y asesinó a los obreros católicos ante los ojos de éstos. Trata de crear la ilusión de que la RUC los protegerá de los linchamientos y los ataques incendiarios. Con esta maniobra intentan obligar al IRA a entregar las armas, un punto pendiente que no han logrado resolver todavía.

El IRA (el Ejército Republicano Irlandés) acaba de anunciar el viernes 17 de julio que estaría dispuesto a entregar las armas.

Hace dos meses los acuerdos fueron refrendados en un plebiscito por una abrumadora mayoría y hacia fines de junio se realizaron las elecciones para la Asamblea de Irlanda del Norte, de las que salieron vencedores los partidos unionistas y republicanos firmantes del acuerdo de paz.

El acuerdo de Stormont

Los extractos que siguen fueron tomados del suplemento publicado en mayo pasado por el Workers Power británico y por el Grupo Obrero Irlandés, ambos miembros de la LRCI. Coincidimos en lo esencial con las posiciones vertidas por los camaradas en este documento, que señala lo siguiente: "El acuerdo de paz confirma y fortalece la injusta partición de la isla [de Irlanda]."

"El acuerdo establece la soberanía de Gran Bretaña sobre los Seis Condados y reafirma el sistema político sectario en el norte, donde los derechos constitucionales estarán a partir de ahora basados en un conteo realizado en base a consideraciones religiosas."

"El acuerdo es antidemocrático: limita las elecciones planteadas ante el pueblo de Irlanda. El referendum no permitirá que se vote la opción de una Irlanda unificada aquí y ahora, que es la opción clara y repetida de la mayoría de la población anti-unionista del norte desde que fueran separados por la fuerza de sus hermanos y hermanas en 1921."

"Este acuerdo sella a fuego la partición. El acuerdo no es, como el Sinn Feinn lo presentó, un "arreglo transicional" que llevará hacia una Irlanda unificada. El acuerdo legitima la partición como nunca antes:

* "Una Irlanda unida sólo puede ser "lograda y establecida con el acuerdo y el consenso de la mayoría del pueblo de Irlanda del Norte". Pero aún así, esta mayoría está formada por una minoría del pueblo de Irlanda que en 1921 montó un estado artificial separándolo contra los deseos expresos de la mayoría, que habían votado en 1918 por la independencia de Gran Bretaña. Aún así el Sinn Feinn y el gobierno irlandés aceptan ahora que las aspiraciones de los protestantes de seguir formando parte de Gran Bretaña sean "libremente ejercidas y que posean un carácter legítimo"

* "El gobierno irlandés ha estado de acuerdo en enmendar los artículos 2° y 3° de su Constitución, retirando así su reclamo territorial sobre el conjunto de la isla de Irlanda.

"Se reafirma la soberanía británica sobre la Asamblea de Irlanda del Norte restituida, y que "Irlanda del Norte en su totalidad sigue formando parte del Reino Unido".

"El argumento de que el acuerdo es un paso en el camino hacia una Irlanda unificada es una maniobra cínica hecha para engañar a las masas nacionalistas."

Uno de los puntos claves del acuerdo es que permite la creación de organismos supuestamente democráticos de gobierno, a los que se incorporan representantes de los protestantes y los católicos, así como delegados del gobierno de Dublín, que "cogobiernan" junto a representantes de Londres y del resto del Reino Unido. Estos serían de dos tipos: a nivel interno de Irlanda del Norte y a través de la frontera (o norte-sur). Hace dos semanas se votaron los diputados para el primero. De las elecciones resultó ganador David Trimble (por parte de los unionistas "moderados" que apoyan el acuerdo de paz) y David Hume (del SDLP, un partido reformista socialdemócrata que representa a la clase media irlandesa moderada). Los protestantes de línea dura, encabezados por Ian Paisley un cura unionista archireaccionario que se oponen a la más mínima concesión a los "terroristas", también obtuvieron varias bancas.

Pero este barniz democrático lo es sólo en la superficie. ¿Por qué razón? Muy sencillo: todo este proceso se realiza manteniendo la frontera entre el norte y el sur de Irlanda, que fuera artificialmente erigida en 1921 por el imperialismo británico para mantener su dominio sobre los seis condados del norte. Es precisamente la existencia de esta lo que crea una "mayoría" protestante, cuando en realidad los protestantes son una ínfima minoría desde el punto de Irlanda tomada como nación en su conjunto. Y es esta "mayoría" la que impone su peso contra la minoría católica que quiere vivir junto a sus hermanos del sur en una sola nación.

Un programa revolucionario para las masas de Irlanda

Los revolucionarios defendemos incondicionalmente el derecho a la autodeterminación nacional del pueblo irlandés y a unificarse en una sola república Irlanda del Norte y del Sur, dividida artificialmente por el imperialismo británico. Pero una unidad realizada sobre bases capitalistas no podrá ser duradera y significará la continuación de la explotación de la clase obrera y el pueblo irlandés, esta vez a manos de "su" burguesía. La tarea es desarrollar la movilización de las masas por una Irlanda Obrera y Socialista, como parte de una Federación de Estados Socialistas de Europa. Es desde esta perspectiva proletaria independiente que rechazamos el acuerdo de paz en tanto que es un arma del imperialismo inglés para desactivar la justa lucha del pueblo irlandés en su conjunto por su autodeterminación, y por vivir como una sola nación libre de la opresión y el terror unionista.

Los revolucionarios debemos apoyar la autodefensa de los trabajadores católicos. Este no es un conflicto de naturaleza religiosa, donde se enfrentan dos alas enemigas de la iglesia. Los protestantes quieren que Irlanda siga siendo parte del estado imperialista británico, preservando sus privilegios y prebendas, y manteniendo su derecho a hostilizar y oprimir a los obreros irlandeses católicos. Por eso coincidimos con los camaradas de la LRCI cuando plantean:

"Nos oponemos, no obstante, tajantemente a entregar las armas sea al gobierno inglés o al irlandés, las armas son todavía necesarias para defender a la comunidad anti-unionista de los escuadrones de la muerte lealistas, del ejército y de la RUC. Lo que se necesita ahora es entrenar una milicia popular para defender a las comunidades contra todas estas amenazas."

Hay que exigir además la liberación inmediata e incondicional de todos los prisioneros políticos anti-imperialistas y la inmediata retirada de la todas las tropas estacionadas en los Seis Condados. Sólo bajo estas banderas de lucha la clase obrera y el pueblo irlandés pueden hacer que el imperialismo inglés renuncie en forma absoluta a sus pretensiones de soberanía, poniendo fin a una opresión que se remonta a casi cuatro siglos atrás.